“…Quien controla, sabe…” Esta fue una sentencia que escuché decir hace algunos años a un supervisor de línea. Desde entonces se ha transformado en un adagio, en un mandato. Quien controla, tiene el poder.
A pesar de haberla oído en varias oportunidades, mi experiencia personal me indica que no siempre es así. Para ejercer el control, hay que conocer muy bien qué se va a controlar, hay que tener muy en claro cómo es el proceso y qué aspectos del mismo vale la pena medir. Si esta premisa básica no se cumple y solo se ejerce el control por el control mismo, se corre el riesgo de caer en un círculo vicioso que nos llevará a medir absolutamente todo sin un sentido claro. La acción de controlar, no va a otorgar ni va a incrementar el poder, en todo caso éste estará asociado al grado de conocimiento que se posea; por ejemplo de un proceso determinado.
El control es un problema y un estorbo para la mayoría de las pequeñas y medianas empresas. En la manera en que se lo plantea habitualmente, no agrega valor al producto y, muy por el contrario, incrementa su costo. Esta puede ser una de las razones esgrimidas por los pequeños empresarios para no ejercer el control de proceso o, en última instancia si lo hacen, para realizarlo de manera muy desordenada y sin un objetivo definido. Así de esta manera se acumulan papeles con datos que muy pocos saben interpretar, generando en los mandos medios una apatía hacia todo lo que tenga que ver con la registración de información para comparar.
La acción de controlar forma parte de las funciones del administrador y debe ser ejercida en el ámbito de una estrategia de producción definida previamente por la dirección de la compañía. Medir cuantos kilogramos o unidades por hora produce una máquina o un centro de trabajo, solo sirve si sabemos la dirección que debemos encaminar al área productiva de la empresa. Si trazamos la estrategia a seguir, entonces estaremos en condiciones de utilizar al control de procesos como una herramienta útil de gestión. En otras palabras debemos conocer hacia dónde vamos y debemos conocer cuáles serán los recursos que dispondremos. De esta manera iremos “controlando” si los recursos se van consumiendo según lo esperado; si nuestros equipos funcionan de acuerdo a las tasas de producción definidas previamente o si la mano de obra se haya acorde con las expectativas depositadas. En definitiva el control viene justo después de haber planificado y ejecutado una acción.
Entonces, a la pregunta ¿para qué sirve el control de proceso? podemos responderla, diciendo que su utilidad está directamente relacionada con los planes y/o programas que la dirección de la empresa haya diseñado. El control de procesos es una parte importante de la gestión de operaciones y sirve para monitorear el grado de cumplimiento de los objetivos identificados en la estrategia de manufactura.
Después de todo, no sabe quien controla, sino quien conoce el proceso, quien lo escribe y quien, finalmente lo controla. Porque es éste, el que conoce hacia dónde deben ir los planes de producción, hacia dónde se dirigen en la realidad operativa y, en todo caso, es quien conoce cuáles deben ser los cambios de rumbo que deben implementarse, luego de haber analizado los indicadores de gestión.
Autor: Diego Ferrero; es Lic. Administración Agraria y especialista en temas de reingeniería de procesos. Es Director de MANUFACTURING PEOPLE consultora especializada en reingeniería de negocios. Su carrera profesional se desarrolló como gerente de compras en La Salteña S.A. y luego como gerente de abastecimiento en Pillsbury Argentina S.A. Anteriormente trabajo como jefe de compras en Refinerías de Maíz S.A.- división industrial -.
A pesar de haberla oído en varias oportunidades, mi experiencia personal me indica que no siempre es así. Para ejercer el control, hay que conocer muy bien qué se va a controlar, hay que tener muy en claro cómo es el proceso y qué aspectos del mismo vale la pena medir. Si esta premisa básica no se cumple y solo se ejerce el control por el control mismo, se corre el riesgo de caer en un círculo vicioso que nos llevará a medir absolutamente todo sin un sentido claro. La acción de controlar, no va a otorgar ni va a incrementar el poder, en todo caso éste estará asociado al grado de conocimiento que se posea; por ejemplo de un proceso determinado.
El control es un problema y un estorbo para la mayoría de las pequeñas y medianas empresas. En la manera en que se lo plantea habitualmente, no agrega valor al producto y, muy por el contrario, incrementa su costo. Esta puede ser una de las razones esgrimidas por los pequeños empresarios para no ejercer el control de proceso o, en última instancia si lo hacen, para realizarlo de manera muy desordenada y sin un objetivo definido. Así de esta manera se acumulan papeles con datos que muy pocos saben interpretar, generando en los mandos medios una apatía hacia todo lo que tenga que ver con la registración de información para comparar.
La acción de controlar forma parte de las funciones del administrador y debe ser ejercida en el ámbito de una estrategia de producción definida previamente por la dirección de la compañía. Medir cuantos kilogramos o unidades por hora produce una máquina o un centro de trabajo, solo sirve si sabemos la dirección que debemos encaminar al área productiva de la empresa. Si trazamos la estrategia a seguir, entonces estaremos en condiciones de utilizar al control de procesos como una herramienta útil de gestión. En otras palabras debemos conocer hacia dónde vamos y debemos conocer cuáles serán los recursos que dispondremos. De esta manera iremos “controlando” si los recursos se van consumiendo según lo esperado; si nuestros equipos funcionan de acuerdo a las tasas de producción definidas previamente o si la mano de obra se haya acorde con las expectativas depositadas. En definitiva el control viene justo después de haber planificado y ejecutado una acción.
Entonces, a la pregunta ¿para qué sirve el control de proceso? podemos responderla, diciendo que su utilidad está directamente relacionada con los planes y/o programas que la dirección de la empresa haya diseñado. El control de procesos es una parte importante de la gestión de operaciones y sirve para monitorear el grado de cumplimiento de los objetivos identificados en la estrategia de manufactura.
Después de todo, no sabe quien controla, sino quien conoce el proceso, quien lo escribe y quien, finalmente lo controla. Porque es éste, el que conoce hacia dónde deben ir los planes de producción, hacia dónde se dirigen en la realidad operativa y, en todo caso, es quien conoce cuáles deben ser los cambios de rumbo que deben implementarse, luego de haber analizado los indicadores de gestión.
Autor: Diego Ferrero; es Lic. Administración Agraria y especialista en temas de reingeniería de procesos. Es Director de MANUFACTURING PEOPLE consultora especializada en reingeniería de negocios. Su carrera profesional se desarrolló como gerente de compras en La Salteña S.A. y luego como gerente de abastecimiento en Pillsbury Argentina S.A. Anteriormente trabajo como jefe de compras en Refinerías de Maíz S.A.- división industrial -.
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